Casa

Fuente Clara

Ubicada en las laderas de Envigado, y respondiendo a la topografía y las dinámicas domésticas que componen a la vivienda unifamiliar, la casa desarrolla su programa en torno a las zonas sociales y la piscina como punto central del proyecto arquitectónico.

Agua y paisaje como núcleo.

La piscina se concibió como el centro de la vivienda, conectando áreas sociales y ofreciendo vistas panorámicas. Esta característica redefinió el concepto de espacio exterior, fusionando agua y paisaje en una simbiosis estética, en este sentido, la piscina es el punto de fuga hacia el paisaje.

Se entiende como una casa tipo mirador que repliega los usos sociales hacia el exterior, de esta manera se construye una arquitectura ambivalente que entiende la necesidad de aprovechar el entorno natural en la que se encuentra inmersa, así como permitir una diversidad en las tipologías de ocio que se proponen; la fluctuación de temperatura exige una adaptabilidad en las formas del habitar, así pues, debido a su importancia desde su concepción, se garantiza una ocupación constante del mirador.

Adaptabilidad constructiva.

Para la construcción se propuso una paleta reducida de materiales que trabajara en relación con el paisaje cromático circundante. La característica de la vivienda en ladera en Envigado es la aparición del Yarumo plateado que resalta por sobre la vegetación homogénea, es por esto que se entendió la casa en su frente como una fachada en concreto en una conversación alegórica con el paisaje pictórico que se quería construir, sin dejar a un lado los tonos marrones provistos por la madera natural.

Al interior se debía tomar una postura radical en relación a su exterior, por este motivo, cada espacio funciona como un escenario que aprovecha los quiebres y alturas variables resultado de la propuesta arquitectónica; el eclecticismo surge del volumen.

Casa

Fuente Clara

Como la forma está ligada al emplazamiento, las circulaciones internas y externas no siguen un patrón lineal, el recorrido en sí mismo es un espacio de transición constante que entiende la importancia de la promenade en la arquitectura; el carácter identitario de cada espacio es consecuente con las formas específicas de habitar el proyecto. Se rescata el valor de la circulación en su calidad espacial totalizante por sobre su condición de resultado técnico para cubrir la necesidad del traslado.